Algunos más, otros menos.
Pero aún así, hasta los mejores ‘AGENTES DE CAMBIO’ pueden estar tan convencidos de sus ideas, que no escuchan (o peor, escuchan y no consideran) otras ideas, otras perspectivas y sugerencias que podrían acelerar, hacer más económico, más efectivo, más rentable, menos costoso el proceso de cambio.
Es decir, que no nos cuesta tanto CAMBIAR, sino que lo que cuesta y duele es que nos digan OTROS en QUÉ DEBERÍAMOS CAMBIAR. Y menos si no coincide con nuestra manera de ver el problema.
Y menos aún si nunca le pedimos a ese alguien que nos de su opinión.
Dime: ¿Con qué pretexto válido, razón de fondo o justificación profunda le pedirías a alguien que cambie su manera de comportarse, cuando la persona podría estar mirándote y pensando: “y vos que siempre me pides que cambie y no cambias ni siquiera la manera en que me pides que cambie”!
Es decir colega, que si no somos capaces de demostrarle a la gente – influencia positiva mediante – cómo lo nuevo que haga, sus nuevos comportamientos, sus nuevos hábitos, LO BENEFICIARÁN de alguna manera (y cuando digo esto asumo que sabes cuáles son sus impulsores mentales y emocionales – y no los supones -) el cambio, en la dimensión que esperas, no prosperará.
Y algunas veces no es cuestión de capacidad, sino de coraje.
¿Tienes algún ejemplo de intento fallido / exitoso para compartir?
— Alejandro
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