Sea como project leader, como responsable de algún área de HR o cómo Gerente de alguna unidad de negocios, si tu trabajo tiene que ver con alcanzar la máxima performance y liberar el máximo liderazgo de tu equipo – o empresa -, debes saber que hay una competencia que debes cuidar en tí mismo, para que otros sean inspirados por ella y decidan replicarla: la AUTO MOTIVACIÓN.
Pero, aún así, cuidado con la ‘ceguera auto motivacional’.
¿A qué me refiero?
Como digo siempre en los worskhops, “toda fortaleza llevada al extremo se convierte en debilidad”. Y con la automotivación competitiva sucede lo mismo. Está bueno tener automotivación: sí. Pensar que todo debe hacerlo uno mismo? No.
Veamos: estudios realizados a personas con una gran capacidad de logro, dieron cuenta de dos impulsores comunes en todos ellos: la excelencia y la independencia, los cuales ranquearon por encima del bienestar, el status o el reconocimiento.
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Recuerdo lo que el fundador de la NBC (David Sarnoff) dijo alguna vez: “la alta competitividad genera lo mejor a nivel de producto pero expone, muchas veces, lo peor de la gente”. En mis palabras, un entorno altamente competitivo puede elevar al máximo los niveles de performance individuales pero, al mismo tiempo, podría dejar a las personas sin la energía para disfrutar de aquello que han logrado (lo que en el mediano plazo va consumiendo sus deseos de seguir dando más y más – lo que no es bueno -).
¿Hay algo de cierto en eso, no?
Tan cierto que es la autopista al siguiente paso: el problema que emerge cuando uno, sin darse cuenta de que está expuesto – sistemática y continuamente – a altos niveles de competitividad – repito, muchas veces autoimpuesta -, eleva los niveles personales de presión y desafío, sobre-estimando las propias capacidades y disminuyendo la intención de bajar la velocidad, lo que impide tomar aire, elevar la mirada, ver el equipo, reconocer dónde están los puntos de apoyo y… dejarse ayudar. Al no hacer nada de esto, los propios niveles de efectividad y productividad – dañados en su esencia, comienzan a descender y, adivina tú qué tiene el destino preparado para este escenario…
En este punto, si bien la ceguera es consecuencia de un exceso de autoconfianza y determinación, deja a la vez entrever una ineficiente interpretación de lo que se trata el liderazgo.
Confia en tu equipo. Empieza ahora.
Por esta razón empieza a mirar distinto tu entorno, tus desafíos, tu gente. Considera la delegación y la naturaleza colaborativa de los equipos, como un privilegio que te has ganado. Allí la excelencia no se logra a expensas de ti mismo, sino junto a otros, haciendo un trabajo de calidad, de diseño y nivel superior, donde todos se sienten orgullosos de pertenecer, llevando a cada uno a un nivel más alto de entrega y auto conocimiento.
Anímate a hacerlo, y verás que no sólo no disminuirás tu presencia, sino que la elevarás, ya que te convertirás en esa persona que moviliza, recrea y potencia el liderazgo de los miembros de su equipo. Entrénate en esto, tal como te entrenas en otras competencias. Se competitivo, pero distribuye la carga. Al final del día, estarás comprendiendo el costo oculto del stress, pero también el valor del logro y el sentido fundamental de la aceleración… inteligente.
¿Lo harías?
Pregunta: ¿qué 2 (dos) cosas tu ‘loca pasión’ por tu trabajo no te permitió delegar hasta ahora y sería inteligente que comenzaras a hacerlo…YA?