Muchas veces, en vez de enamorarnos de nuestros Sueños, somos perfectos amantes de seductoras actividades de poco valor. Y a diferencia de lo que ocurre a nivel de relaciones, no nos genera ningún tipo de culpa o verguenza quedar expuestos – de hecho, es más común de lo que uno cree -.
Quizás porque se supone que, si tenemos un Sueño, debemos correr a él, darle forma, perseguirlo y conquistarlo. ¿Para eso son los Sueños, o no? Y sí… pero no!: rápidamente escuchamos a nuestro subconsciente balbuceando oraciones que atentan con la intención que tenía la mente consciente (y que se vuelven radicalmente fatales): “mmm, prefiero seguir con rutinas conocidas, defensivas y de bajo riesgo que me aseguren, como hasta ahora, la estabilidad que preciso para mantener lo que he conseguido”
Es que a nuestro Ego le encanta tener nuestra vida bajo su control parenteral. Y como esa obsesión es funcional a nuestros objetivos de permanencia en nuestra zona cómoda, lo aplaudimos. Ya tenemos la excusa perfecta.
Los pensamientos que escribí arriba tratan de explicar cómo nos auto convencemos, una y otra vez, de que cualquier objetivo de supervivencia es más inteligente que la duda que emerge al pensar en términos de pasiones y sueños. Pero aquí está la Clave: debemos atravesar creativamente la Tensión que nos causa el comenzar a reemplazar hábitos disfuncionales por comportamientos que agreguen valor a nuestro nuevo estilo de vida.
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