Quienes más me conocen saben que CREO firmemente en esa premisa que expresa: “la responsabilidad número uno de un líder es… multiplicar líderes”. No es casual que sea casi un mantra en mis cursos (y, de hecho, es el propósito de mi trabajo 😉).
Bien. Pero vos ya llegaste a esa posición de jefatura y responsabilidad, con gente a cargo. Y te resuena la frase, por lo que te imagino preguntándome:
Ok Ale, pero… ¿cómo podría multiplicar líderes en una organización donde casi nadie quiere serlo, ya que al ‘llegar ahí’ la responsabilidad se duplica, la necesidad de presencia se hace exponencial y los beneficios se mantienen casi inalterables en el tiempo?
Bueno… hay algo que no te dije: la segunda responsabilidad del líder es “INFLUENCIAR el sistema en el que actúa, movilizando el sistema en el que opera para hacer que las cosas sucedan”.
No sé qué idea tenías sobre el liderazgo, pero si lo asocias solo con la tarjeta corporativa, algún vehículo de jerarquía y mejor brunch en las reuniones semanales, solo estás viendo parte de la historia.
Quien te visualizó en esa posición de autoridad, quien confió en lo que tu experiencia podría hacer por los problemas actuales y quien te imaginó al frente de un área (y te lo propuso), YA SABÍA que las cosas eran así, pero apostó a tu capacidad para revertir, mejorar y proponer cambios al modelo actual.
Te digo más: lo que te llevó a ser ‘la’ persona para que habite ese puesto fue la percepción de quien te lo propuso sobre tu capacidad para generar oportunidades de cambio, lo creas o no.
¿Y entonces?
Tu trabajo será analizar cuáles y dónde están las ‘vacas sagradas’ para no hacer mucho ruido por ese lado (al menos en un comienzo), encarando hacia otras zonas en las que SÍ podés hacer un cambio que impacte en personas, procesos, clientes o resultados.
Pero sabés que no lo podés hacer solo, sola.
Tenés que contar con tu gente.
Y ahí es donde, tus actos, tus valores, tu presencia, los inspirará.
Porque quizás no era el kit*3 de responsabilidad, presencia y beneficios lo que desmotivaba a la gente, sino la falta de ejemplo de lo que era posible hacer, cuando uno manifiesta compromiso, claridad de foco y apertura al equipo.
Y al cabo de un tiempo tus actos le demostrarán a la gente que no hacía falta duplicar la responsabilidad, sino gestionar el compromiso personal; que no hacía falta estar extremadamente presente, sino estarlo cuando más los necesitan y que a los beneficios los solemos atar a una sola variable ($, normalmente), cuando hay múltiples sinónimos compensatorios que sí se pueden obtener sin mucho trámite (capacitación, tiempo personal, rodearse de gente más capaz que uno, acceso a eventos claves para tu desarrollo… [nota: muchos de estos beneficios salen de otros centros de costos que no tienen que ver con el sueldo, por lo que se liberan más rápido…😉)
¿Quedó claro entonces? Experimentá y poné a prueba tu liderazgo. Influenciá, inspirá, innová y hacete una pausa para aprender de vos mism@ durante el viaje. Es la mejor manera de disfrutar un liderazgo intencional, positivo, de máximo impacto.
Y, como dije, no dejes de generar oportunidades. Porque eso es, también, lo que hace distinto a un líder.
Alejandro