NO estamos seteados por default para permanecer en la ZONA en la que nos encontramos.
Menos aún: no nacimos para vivir y operar en una ‘ZONA’ determinada.
Y entonces… ¿por qué seguimos estando donde estamos y decidimos, una y otra vez – algunas veces consciente y otras inconscientemente -, mantenernos allí?
Me pregunto: ¿qué nos detiene para movernos a otra Zona donde podamos manifestar con mayor pasión nuestros talentos – o encontrarlos – o redefinir con valor hasta dónde quisiéramos llegar?
Contestando la pregunta, lo primero que nos detiene para movernos a otra zona es que podría GUSTARNOS donde estamos. Claro: nos gusta mucho donde estamos. O, si no nos gustara tanto, estamos tan felices allí que no merece la pena el cuestionamiento (felices = tranquilos, en un orden previsible, sin sobresaltos). Si esa es tu situación, deja de leer este post y aprovecha este tiempo con otra lectura; aprende otra cosa, vamos, que lo que viene será algo motivacional, hablaré de transformación y esas cosas y no es del tipo de lecturas que te más te podría servir ahora.
Si no es así – o no es del todo así -, quédate conmigo. A lo mejor sale algo bueno.
¿Qué sería una ZONA?
Definamos ‘zona’ como ese espacio ‘entre corchetes’ donde el perímetro es conocido, las decisiones resuenan al estilo deja vu y lo que ponemos en juego sobre la mesa no será nada completamente nuevo, a lo máximo alguna variación de lo mismo para darle un poco de ‘salsa’ a la cuestión.
Sabiendo eso, cuando uno habla de ‘zona’, lo que se viene a la mente (y ustedes estarán esperando que aparezca en cualquier momento la palabra, es… ‘CONFORT’. Acabo de hacer la prueba en Google y aparecen 15.9 millones de resultados a la búsqueda. Por eso no me sorprende si estabas pensando en ella.
Y ya que te agarré pensando, quiero lo sigas haciendo. Pero te llevaré a otras zonas en las que podrías estar operando, para que veas si puedes identificarte en alguna de ellas. Todas tienen sus pros y sus contras, su lado positivo y el que podría ser una amenaza. Mi intención es, hasta donde pueda, enmarcarlas – con toda la probabilidad de error que esto podría llegar a tener -, pero con el simple objetivo de darte una manera adicional de ver tu escenario, tu campo de acción y que, a partir de allí, decidas si quieres moverte, hacia dónde, cuándo. Empezar un cambio no es fácil, pero luego de saber a dónde quieres ir – o a dónde nunca querrás llegar -, siempre conviene entender desde dónde arrancamos.
Distintas Zonas, ¿distintos resultados?
Puede ser. Veamos primero las distintas zonas.
ZONA 1: la llamo “la ZONA FANTASTICAMENTE CÓMODA”.
Si te sabes en ella, te felicito. Llegaste. Es tiempo de disfrutar (si aún no lo hubieras podido hacer). Escribe un libro o graba un video y cuéntanos cómo lo has hecho, especialmente para balancear polaridades, disfrutar del momento, estar en congruencia cuerpo-mente, sentirte muy bien contigo mismo, estar en línea con tus valores y ayudar a crecer a los demás. Porque de eso se trata esta zona. Cualquiera que hubiera sido tu definición de éxito, la hiciste valer. Cuida y comparte lo que tienes: ese es tu legado. Sólo una cuota de reflexión por las dudas: no bajes la guardia tanto como para no advertir señales de peligro o amenazas provenientes de la realidad o comunidad en la que operas. Más allá de eso, disfrútalo, te lo has ganado. No creo que haya mucha gente en esta zona; un privilegio el poder estar, quien sea que pueda estar, al menos por un tiempo, aquí.
ZONA 2: la llamo “la ZONA INTOLERABLEMENTE CÓMODA”.
Acá hay bastante gente. La llamo así porque es una zona donde continuamente hay una voz interna que incomoda. Que pide un cambio. Y que se va volviendo, con el tiempo, medio insoportable. Es una VOZ áspera, que no tolera la situación en la que uno está y nos habla al oído, esperando que algún día la miremos a los ojos, juntemos valor y tomemos la decisión, cualquiera que fuera. Pero sabemos cómo funciona y eso nos tranquiliza: como no nos apura nadie, no hay sentido de urgencia – y donde hay complacencia, existe postergación casi infinita -.
Pensándolo así, es un buen lugar para que la comodidad juegue a sus anchas, ya que tampoco estamos tan mal donde estamos ni el dolor es tan agudo como para no soportarlo. Pero estamos hablando de incongruencia interna, en dimensiones como la física, la emocional, la financiera o un mix de ellas. No deberíamos subestimarla.
Porque dolor que no se cura, se hace crónico. Aún así, muchas personas prefieren soportar el dolor antes que remodelar su estado actual. Y te lo digo con otras palabras: con tal de no equivocarse, no dañar tu ego, no salir lastimada, tu mente comienza a crearse historias del tipo “y bueno, será que esto es todo lo que el mundo tenía reservado para mí” o: “no es ni más ni menos que lo que me merezco por las malas decisiones que tomé“, o “si hubiera pensado en cambiar, tendría que haberlo hecho mucho antes, no ahora” y otras excusas – bien disfrazadas de pretextos – para no tener que jugarse.
Pero si llegaste leyendo hasta acá, creo que tienes que hacerlo: porque el costo de permanecer es alto, porque te consume el doble de energía, porque te apaga suavemente tu fuerza vital y porque alguien te dio 100 años para que hagas de tu vida algo maravilloso, en línea con tus talentos. Hazlo por tí o por alguien más. Pero moviliza y acciona, de a un paso a la vez (o con un salto cuántico, si tienes el ímpetu) para comenzar a acallar esas voces de conformidad que le temen a todo lo que eres capaz de hacer. De Ser.
Y hay más zonas, por supuesto. Pero quiero saber más sobre esas anclas que te dejan atado a la zona 2. ¿Tienen forma de ‘miedos’? Sigamos.
Hay una ZONA más.
Recordemos que hasta ahora habíamos visto 2: la primera era ‘fantásticamente cómoda’ y la segunda era ‘intolerablemente cómoda’.
En la primera no habría razón para cambiar, ya que allí alcanzábamos el estado ideal de equilibrio, desarrollo y resultados. Algo difícil, pero no imposible.
En la segunda hablamos de una sensación crónica de insatisfacción, que uno suele silenciarla con analgésicos mentales – tales como distracciones varias o cambio sistemático de prioridades – para evitar tener que enfrentar miedos, los de siempre o los nuevos.
Nos queda una tercera. Es la ZONA 3: la llamo “la ZONA DELIBERADAMENTE INCÓMODA”.
Esta Zona es como la 2, pero en vez de sentir “insatisfacción”, aquí se siente una aspiración poderosa hacia algo más, un deseo interno de marcar una diferencia. Algo así como una llama que busca abatir cualquier rastro de complacencia con el status quo y modifica, por su propia fuerza, la fisonomía de la propia agenda.
Lo que diferencia a las Zonas 2 y 3 es el MOTIVO que podría impulsarte a salir de allí.
Y la tentación es que me digas: “ok Alejandro, pero cuando uno tiene un ‘motivo’ es fácil; el tema es ‘de dónde sacar ese motivo del que hablas!”
Tienes razón. Por eso te daré un par de ideas.
Piensa. Cierra los ojos (ahora no porque si no no podrás leer.. :).. Hazlo en unos minutos pensando esto: ¿hay algo que no te termina de ‘cerrar’? Que no te gusta? O al menos te disgusta? Algo te dice que tienes que cambiar, no tu Ser, sino algo de tu conducta, de tus comportamientos, de tu disciplina (o de tu falta de). Pero no sabes qué. No sabes por dónde empezar. Ok, hazte un favor: piensa en quién, cerca de tu comunidad más cercana (la gente que te rodea a diario), te está pidiendo algo.
Cuando digo ‘pidiendo’ no es literal (o sí), pero resonarán en tí esas voces, de esas personas que te sugieren, te aconsejan, de lo dejan entrever, te lo propone sutilmente o te lo demandan explícitamente, hace poco o hace tiempo. No es que debas cambiar para satisfacer los deseos de los otros, pero, ya que no se te ocurre QUÉ – o por dónde empezar -¿por qué no pegar doble y hacerle la vida más fácil a alguien que te importe?
Por ejemplo, una persona amada que te pide CONSIDERACIÓN, alguien de tu equipo que te pide RECONOCIMIENTO, un jefe que te pide ATENCIÓN AL DETALLE, un cliente que te pide un LLAMADO a TIEMPO, un hijo que te pide TIEMPO, una mascota que te pide un PASEO, un escritorio que te pide ORDEN, un familiar que necesita un LLAMADO, una pared que precisa PINTURA, una mente que precisa CONOCIMIENTO, un cuerpo que clama por salir a TROTAR y… tu dirás.
Múltiples posibilidades y de lo más variadas.
Todo esto lo harás por tí, pero el eco de cada movimiento se amplificará en tantos otros rostros que te sorprenderás.
Y te darás cuenta de su efecto por sus sonrisas, porque todo te vuelve con creces o, porque solo empiezas a darte cuenta de la importancia del equilibrio, del sentido de tu presencia y de todo el amor que eres capaz de dar.
¿Mejorará esto tu sensación contigo mismo, contigo misma, mientras vas modelando comportamientos que hacen que otros te vean diferente? Eso creo.
Pero lo más importante, habrás empezado a generar un cambio, de un paso a la vez.
No era tan complicado, no?.
Solo estuviste entrando en calor. Lo mejor está por venir…
(continuará)..
Alejandro
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