NO. Aún no. Esperá.
No es tan grave. Puede que estés desanimad@ pero… ¿quién no lo estuvo alguna vez?
Volvé AHORA a tu POR QUÉ, a tu Motivo. Eso que te hizo, perseguir lo que ahora ponés en duda*.
Rescatá lo que te movilizó cuando lo definiste, porque quizás era otro momento y lugar, así que tendrás que hacerle un ‘upgrade‘ a ese sueño, porque, por suerte, no era tan fácil como parecía, tan simple como decían y tan sencillo como pintaba – si no… lo harían todos -.
Es más: se ve que no es para TODOS.
Pero sí para VOS, que sabés, interiormente, que estás a la altura del desafío y que, si bien te faltan cosas por aprender, ese esfuerzo por expandir tu zona de grandeza o resultados no es nada comparado a la sensación interna que ya sentiste otras veces, mientras lo lograbas.
¿Te acordás cuando cerraste ese acuerdo, cuando diste esa presentación memorable sobre resultados, cuando ayudaste a alguien de tu equipo a que volviera a confiar en sí mismo, cuando ideaste un prototipo o cuando tu creatividad generó un ‘blockbuster’ de aquellos?
¿Y lo de recién? ¿Y lo que me pasó? ¿Y la verguenza, fracaso, descrédito, papelón, que acabo de pasar, qué?
Nada, solo la manera que tiene el Destino de ver de qué madera estás hech@. No le des mucha vuelta y andá por el empate. Qué digo por el empate, por la gloria. Nadie se acordará de esto cuando las cosas, muy pronto, se encaminen, tomen de nuevo el rumbo que habías marcado.
Levantá el mentón y ponete en marcha. Pensalo así: solo bajaste a la colectora un rato, te perdiste un poco. Nada tan grave. Volvé a la autopista. A esa velocidad crucero que te lleva a ese destino.
Hay gente que necesita lo que sabés y requiere lo que vendés.
Manejá tu mente. Es compleja, pero tiene un punto débil: cree en lo que le digas.
¿Game over? Falta mucho; te doy 3 ‘vidas’ más si querés. Y vos date las siguientes tres.
Acordate aquello de que “si no estás cometiendo muchos errores, es porque estás volando demasiado bajo”
Una vez más: salí a tomar aire. Poné las cosas en perspectiva.
Conectate con lo que realmente vale.
Hacé así: tomate 5 minutos y AGRADECÉ, mentalmente, no ‘todo’ lo que tenés, sino aquello (y a aquellos) que te ayudaron a llegar donde estás. Ahí ya tenés un motivo para no abandonar.
Tomate otros 5 minutos para decidir CUIDAR aquello que, ahora sí, tenés. Porque requirió de esa voluntad, esfuerzo y habilidad que hoy ponés en duda. Mirá a tu alrededor, mirá a los ojos a un par de humanos chiquitos y decime cómo podrías seguir sosteniendo ese argumento…
Y por último, PERSEGUÍ de nuevo esa presa que se te escapó, u otra. No pierdas de vista el aro. Y si la ‘embarraste’, hacé algo al respecto, primero para solucionarlo y, si no, para empezar, estarás en paz con vos mism@.
¿Estamos?
Te mando un abrazo y espero que llegue ‘a tiempo’. Contame.
Alejandro
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*Pd. Si no tenés un motivo fuerte, eso es, muy posiblemente, lo que hace que quieras querer largar todo apenas algo no sale acorde a tus expectativas. Pensalo ahora, dale forma y, a partir de ahora, hacé que se convierta en tu cable a tierra cuando tengas, frente tuyo, cada ‘tormenta perfecta‘
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